Imagina: un tinto potente con la cena, un blanco fresco al mediodía o un rosado alegre en una terraza al sol. Cada vino tiene su estilo propio, su historia y su momento.
Pero, ¿qué los hace realmente diferentes? Aquí lo explicamos fácil y con sabor.
1. Todo empieza con la uva
- Vino tinto: elaborado con uvas oscuras y sus pieles durante la fermentación. Da color, taninos y cuerpo.
- Vino blanco: suele venir de uvas blancas (o tintas sin piel). Resulta más claro y ligero.
- Vino rosado: también viene de uvas tintas, pero las pieles se retiran pronto. Así nace su tono rosa.
2. Sabores únicos para cada ocasión
- Tinto: intenso, con notas de frutas negras, especias o madera. Ideal para carnes o platos fuertes.
- Blanco: fresco, afrutado o floral – va con pescados, ensaladas, pastas suaves.
- Rosado: alegre, frutal, refrescante. Perfecto para días calurosos o aperitivos.
3. El color lo dice todo Del rojo profundo al rosa tenue – la tonalidad habla del proceso y estilo. Más tiempo con la piel, más color.
4. Temperatura y maridaje
- Tinto: 16–18 °C – carnes, quesos, estofados
- Blanco: 8–12 °C – mariscos, aves, entradas ligeras
- Rosado: 10–12 °C – tapas, parrilla, picnic
Conclusión: El vino se disfruta con los sentidos. Ya sea tinto, blanco o rosado – el mejor vino es el que acompaña tu momento.